miércoles, 8 de agosto de 2007

Woodstock (Michael Wadleigh, 1970)


A las cinco de la tarde del 15 de agosto de 1969, se inició el que es con toda seguridad el festival de música más laureado de todos los tiempos: Woodstock (con el permiso del Canet Rock). Las cifras de asistencia que se han barajado hablan de entre 500.000 y un millón de personas que se desplazaron hasta los descomunales terrenos de la granja de Max Yasgur para disfrutar de tres días de música, paz y buen rollito.

Aunque inicialmente no se pensaba que fuera a ser un evento de semejante magnitud, rápidamente la organización se dio cuenta de que aquello se les podía escapar de las manos. Michael Wadleigh no dudó en grabar todo lo que aconteció a lo largo de los tres días, convirtiéndose en el testimonio por antonomasia de Woodstock y todó lo que representó. Su esfuerzo tuvo su recompensa y en 1970 recogió el Oscar como mejor documental.

El resultado es un extensísimo documental de tres horas, que por si fuera poco ahora cuenta con el montaje del director con 40 minutos de imágenes añadidas (edición que podeis encontrar por 6 euros en cualquier centro comercial competente). Tal vez el metraje es excesivo, quizás por las numerosas entrevistas, pero lo cierto es que se echan a faltar algunos grupos que también estuvieron allí y a los que ni siquiera se menciona. Estoy hablando de grupos de la talla de Creedende Clearwater Revival (gira del "Green River", aunque el propio John Fogerty reconoce que su show fue desastroso), The Band, Santana o Ravi Shankar.

De todas formas, a lo largo del documental se pueden ver las actuaciones de The Who (excesivamente focalizado en Daltrey y en Townshend en menor grado, Moon como si nada y Entwistle desaparecido), Crosby, Stills & Nash (al parecer fueron uno de los grandes triunfadores del festival), Jimi Hendrix (con una improvisación que provocó mi más profundo aburrimiento en el sofá), Jefferson Airplane, Joe Cocker, Grateful Dead, Janis Joplin, Joan Baez, Canned Heat, etc.

La música era la excusa que dio pie a Woodstock, pero Wadleigh lejos de apilar actuación sobre actuación se interesa por la esencia del festival y los denominadores comunes extramusicales que han unido a una masa inaudita hasta el momento en eventos de este tipo. Woodstock era un festival de música, pero la historia lo ha convertido en mucho más que eso y ha pasado a ser la cúspide del movimiento hippie y uno de los mayores gritos en favor de la paz. El mérito de Wadleigh es contagiar ese espíritu de libertad y felicidad que se respiró en las inmensas colinas que vivieron Woodstock. Eso se refleja en momentos de costumbrismo como la clase iniciática de yoga (tronchante), un baño nudista masivo, baños de barro con la excusa de la lluvia y sobre todo con lo fácil y agradable que aparenta ser las vida en comuna.

La mayor parte del documental transcurre a pantalla partida, consiguiendo un efecto lisérgico acertadísimo en las actuaciones y una solución bastante apañada para concentrar la mayor cantidad de información cuando escarba en los aspectos más sociológicos del evento. De todas formas no me quiero ni imaginar el faenón en la sala de montaje, sala en la que por cierto estuvieron trabajando un jovenzuelo Martin Scorsese y Thelma Schoonmaker, quien se convertiría en la responsable del montaje de todas las películas de Scorsese, una unión que todavía perdura.

A día de hoy el término hippie experimenta una caída libre que no parece tener fin. Los que se conocían como hippies en 1969 disfrutaban en Woodstock o en Isle of Wright, y los llamados hippies hoy en dia lo hacen en el Senglar Rock o el Viña Rock. En casos así solo se puede citar a los sabios, así que como decían Presuntos Implicados "y como hemos cambiado".

2 comentarios:

kar dijo...

a pesar de todos los significados "extramusicales" del festival, cabe decir que musicalmente fue excelente... no mencionas a Joe Cocker, uno de mis favoritos... pero Santana, Hendrix, The Who, CCR, Crosby, Stills, Nash & Young, Joni Mitchel, Grateful Dead... un cartelón de infarto.

Me ha hecho gracia lo que comentas de las improvisaciones de Hendrix: a mí también me parecen un coñazo!

Rick Blaine dijo...

Hendrix es el mayor caso que conozco de Dios intocable del rock, y ciertamente ese solo es un auténtico sopor. De por sí no es que me gusten especialmente, pero es que esa improvisación no cuela ni con Busquets bajo palos.

Realmente el cartel es algo exagerado, y podría haber sido algo todavía más grande ya que por lo visto hubo cancelaciones y negociaciones que finalmente se torcieron: Led Zeppelin, Bob Dylan, The Doors y The Byrds entre otros. ¿Quien da más?